Controversial…
Por: Raúl Sabido
Morena se define como un movimiento del pueblo. En su reciente VI sesión del Consejo Nacional, reafirmó su compromiso con la austeridad, la honestidad y la lucha contra el nepotismo. La presidenta Claudia Sheinbaum envió una carta a la dirigencia del partido, instando a Morena a mantenerse como un instrumento del pueblo y no del poder. También se establecieron reglas para los próximos procesos electorales, incluyendo la prohibición del nepotismo y el financiamiento privado.
El partido
Morena, como partido de izquierda, ha construido su identidad sobre la lucha social y la resistencia histórica del pueblo mexicano. Desde sus documentos fundacionales, se establece una visión de país que busca la transformación democrática, la justicia social y la soberanía nacional. Sin embargo, dentro del partido existen actores que han optado por una interpretación más pragmática de estos principios, acomodándose a la convivencia política con los grandes capitales del país, entendiendo que México es todos. Este fenómeno, aunque es inevitable en el ejercicio del poder, por supuesto plantea un desafío para la cohesión ideológica de Morena, pueblo somos todos desde el más pobre hasta el más rico en donde Morena debe gobernar con equilibrios sin salirse de sus principios.
La izquierda gobernante
La izquierda que Morena representa al gobernar no es una izquierda dogmática, sino una que entiende la importancia, y el valor, del empresariado en el desarrollo nacional. La autonomía y la soberanía no están reñidas con el diálogo y la cooperación con los sectores económicos, siempre que estos se alineen con el bienestar social y la justicia económica, se gobierna para beneficio de todos y no de unos cuantos. La austeridad republicana y el compromiso con los trabajadores y los sectores vulnerables siguen siendo pilares fundamentales del movimiento.
El respaldo presidencial
El liderazgo de Claudia Sheinbaum, con su alta aceptación popular (81%), podría ser el factor que defina el rumbo del partido en los próximos años. Su influencia podría ser clave para depurar perfiles que no se ajusten a los principios Morenistas y para reforzar la identidad del partido como un instrumento de transformación social. La evaluación de los militantes y su arrastre popular será un proceso determinante para garantizar que Morena siga siendo un partido del pueblo y no solo una plataforma de acceso al poder, la calle es el instrumento.
La composición de Morena
Dentro de Morena, se ha construido una trayectoria política basada en principios de lucha social y resistencia siendo esto su origen, sin embargo, algunos actores internos han mostrado dificultades para alinearse con los lineamientos fundamentales del partido y el liderazgo que Claudia Sheinbaum busca consolidar. En este contexto, la oposición a la expectativa mientras los liderazgos internos operan bajo esquemas individuales o de grupo, repitiendo tácticas que han sido explícitamente rechazadas en el decálogo de la presidenta. La disyuntiva política que enfrentan es clara: asumir plenamente la transformación que Morena busca o simular su aceptación para mantener su influencia.
Respaldo de votos
Un punto clave en esta batalla interna es la segmentación del voto hacia el partido. Los votos orgánicos provienen de aquellos que respaldan el proyecto desde su esencia, militantes comprometidos con la visión de país que Morena ha definido desde sus inicios (la mayoría). En contraste, los votos inorgánicos son de naturaleza mercantil, responden a estructuras de movilización que dependen de recursos para garantizar su orientación en el proceso electoral y que cualquiera puede comprar (liderazgos). Esta realidad coloca a esos liderazgos ante una decisión determinante de apostar por la construcción genuina de respaldo popular, o de recurrir a esquemas pragmáticos que solo aseguran influencia política a muy corto plazo.
Morena instrumento del pueblo
El liderazgo de Sheinbaum ha enfatizado que Morena debe ser un instrumento del pueblo, no del poder. En este sentido, la depuración interna del partido se vuelve necesaria para eliminar prácticas que comprometan seriamente la identidad del movimiento. La evaluación de los actores políticos que han ingresado, sin abrazar los principios fundacionales y, su verdadero y real impacto en la garantía del voto no han sido evaluados correctamente. Morena enfrenta el reto de consolidar su fuerza sin diluir sus principios en estrategias individuales que contravengan el propósito original del partido, pero la realidad es que algunos de esos liderazgos les vaciaron las urnas de votos para los opositores.
Todos esos, alguna vez opositores, que se incorporaron a Morena son los que terminaron dándoles la puntilla electoral a los partidos, eran los que conocían y manejaban las fuerzas de votantes por lo que Morena deberá medir muy bien la realidad y definir las estrategias a seguir.
En medio de estas tensiones, la capacidad de Morena para mantenerse como un movimiento de transformación dependerá de la coherencia de sus decisiones. El compromiso con la austeridad, el bienestar social y la soberanía nacional deberá reflejarse en quienes buscan representación bajo sus siglas.
La pregunta que queda abierta es si Morena logrará definir con claridad quién sí y quién no se identifica y comulga verdaderamente con la filosofía del partido, y si esos liderazgos podrán adaptarse a los principios sin recurrir a estrategias externas, y criticadas por Morena, para consolidar su permanencia.
El descrédito de los que provocan desunión
La cohesión política ha sido una de las fortalezas clave de Morena, permitiéndole consolidarse como el movimiento con mayor respaldo social y mayoritario en México. Sin embargo, algunos sectores dentro del partido aún no han comprendido que la unidad y la estrategia de acción colectiva son esenciales para mantener y ampliar su fuerza política. La fragmentación interna no solo debilita la imagen del partido ante los votantes, sino que pone en riesgo el futuro de aquellos que provocan desunión por intereses particulares o estrategias individuales.
Los liderazgos predominantes de Morena están profundamente vinculados al movimiento y su identidad política. Aquellos que, en busca de protagonismo, fomenten la división interna no solo perderán credibilidad ante la militancia, sino que quedarán en una posición de vulnerabilidad dentro del escenario político. La falta de cohesión en momentos clave puede traducirse en índices de rechazo social, haciendo que quienes hoy buscan influencia terminen marginados y sin perspectivas de crecimiento. En política, las decisiones tienen consecuencias, y el costo de la deslealtad a los principios y al partido puede resultar en un aislamiento irreversible.
Los pies sobre la tierra
La historia ha demostrado que de no mantener los pies sobre la tierra tiene sus costos. En un entorno político donde los votantes exigen transparencia, compromiso y liderazgo genuino, la factura de los errores estratégicos se paga, y en Morena no es la excepción. La estabilidad del partido dependerá de la capacidad de sus liderazgos para actuar con visión de futuro, priorizar la unidad y consolidar un proyecto político que continúe representando al pueblo. Quienes no comprendan esta realidad podrían enfrentarse a un destino sin futuro político, sin credibilidad y con el peso de haber intentado debilitar el movimiento al que alguna vez pertenecieron.
“Morena debe seguir siendo la fuerza del pueblo y nunca la maquinaria del poder; su esencia está en la transformación, no en la ambición.”
Alguna vez alguien dijo una frase “Si ponen una vaca, la vaca gana” y eso encierra una realidad en el pensamiento de algunos Morenistas derivado de una mala evaluación y de soberbia, los apresurados deberían de comprender que el pueblo observa, el pueblo premia o el pueblo castiga.
Mas sin embargo, hay que entender que en este juego político no hay ovejas ni corderos, se lidia con lobos feroces y hambrientos de recursos movidos por un odio detonado por el desplazamiento del poder y, a veces, para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo.
Índices de aprobación
Claudia Sheinbaum con un 81%, Partido Morena con un 55% el que entienda que comprenda su posición.
Morena nació con el liderazgo de AMLO y se fortalece con la visión de Claudia Sheinbaum; quien no comprenda su evolución, quedará fuera de su destino.