Controversial …
El asesinato que puede cambiar la estrategia nacional de seguridad
La guerra que la presidenta no podrá ganar desde la mañanera
Por: Raúl Sabido
“En Michoacán, la verdad suele llegar tarde. A veces nunca. Pero el asesinato de Carlos Manzo Rodríguez, alcalde de Uruapan, no puede permitirse ese lujo. No esta vez”.
Los hechos:
Carlos Manzo, alcalde de Uruapan Michoacán, fue ejecutado frente a una multitud numerosa y rodeado de sus cinturones de seguridad, encabezados por la policía municipal, sus hombres de confianza, frente a su familia, en un evento público. No fue un robo. No fue un ajuste de cuentas común. Fue un asesinato político. Y como tal, exige una respuesta política, judicial, policiaca y moral del más alto nivel: la del gobierno federal.
Protección solicitada y otorgada:
La respuesta federal a su petición.
Durante su gestión, Carlos Manzo denunció amenazas, solicitó apoyo institucional y enfrentó al crimen organizado con determinación. Se negó a callar. Su último mensaje fue contundente: “No dejen solo a Uruapan”. Y no lo dejaron del todo: su esquema de seguridad fue reforzado con elementos de la Guardia Nacional, del Ejército y de la Policía Municipal.
Viajaba en camionetas blindadas de alto nivel, equipadas con cinturones de seguridad de tres a cinco puntos. Sin embargo, su asesinato reveló que siempre existen fisuras en los sistemas de protección. Los criminales las conocían. Supieron cómo y cuándo atacar. Sorprendieron a sus escoltas del primer círculo, demostrando que la inteligencia criminal sigue un paso adelante cuando el estado no actúa con contundencia.
¿Qué es no actuar con contundencia?
Actuar con contundencia no significa únicamente asignar recursos o escoltas a una persona en situación de vulnerabilidad. Significa diseñar una estrategia integral que no sólo proteja al individuo, sino que enfrente directamente la amenaza que lo pone en riesgo. Y es ahí, precisamente ahí, donde la estrategia de seguridad se rompe.
Se limita a acciones preventivas focalizadas, a blindar a una sola figura, mientras la estructura criminal que lo acecha permanece intacta. Se protege al blanco, pero no se combate al tirador. Ese es el error profundo: confundir protección con confrontación. Porque mientras no se enfrente la amenaza en su raíz, la seguridad será siempre una ilusión frágil, y los criminales seguirán encontrando los puntos débiles que el Estado no se atreve a cerrar.
La sentencia de muerte a Manzo:
Desde la derecha, desde sectores incómodos con su independencia política, desde los sótanos del poder estatal, se ha intentado construir una narrativa que lo pinta como corrupto, cómplice, traidor. Pero los hechos, esos que duelen y no mienten, lo muestran como un hombre que incomodó a demasiados. Y eso, en Michoacán, es sentencia de muerte.
La tormenta perfecta se armó: un alcalde enfrentado al gobernador, un estado capturado por el narco, una oposición que huele sangre, y un gobierno federal que aún no responde con toda su fuerza punitiva.
¿Quién mató a Carlos Manzo? ¿Quién lo traicionó? ¿Quién se beneficia de su silencio?
La presidencia de la república y la mesa nacional de seguridad deben actuar con más que prontitud: con transparencia, con rigor, con valentía. Ya no basta con abrir una carpeta. No basta con detener a un sicario. Hay que desmantelar la red que permitió este crimen. Hay que decir la verdad, aunque duela, aunque incomode, aunque sacuda.
Pero esto no se trata sólo de Carlos Manzo. Se trata de México. De los estados donde el crimen ha sustituido al Estado. De las regiones donde la ley es un susurro y el miedo es grito. Y ahí, el gobierno federal tiene una tarea histórica: recuperar, uno por uno, los territorios tomados por la violencia.
No se trata de hacer mártires ni villanos. Se trata de aplicar la ley con todo el rigor. De devolverle a la ciudadanía, a la de carne y hueso y no a las virtuales de las redes sociales, la paz que tanto reclama. Si Michoacán es el primero, que sea el ejemplo. Que se descargue todo el poder legítimo del estado para aniquilar las redes criminales que han convertido la vida en una ruleta de sangre.
No se desconoce el esfuerzo presidencial ni el trabajo de figuras como Omar García Harfuch. Pero sería ingenuo pensar que los golpes al crimen organizado no tendrán respuesta. El narco no se rinde. Se repliega. Se reorganiza. Y por eso, la estrategia debe evolucionar a uno por uno de los estados vulnerables.
El gran reto de la presidenta Sheinbaum.
La presidenta Claudia Sheinbaum ahora se enfrenta a la urgente necesidad de limpiar la imagen de su gobierno, que los perversos, y buitres carroñeros, opositores de derecha buscan denigrar a toda costa. Y, desgraciadamente para ella, no podrá hacerlo desde la mañanera ni desde la reunión de seguridad. Tendrá que lograrlo desde el campo de batalla, ganando la guerra región por región, con decisión y sin temor a violentar una ley que hoy no respetan los criminales. Tope donde tope.
La inteligencia militar, policiaca nacional ahora tendría que enfocarse a estado por estado, trazar los mapas, determinar la ruta y enfrentarlos con toda la belicosidad del estado.
El Estado de derecho está en altísimo riesgo ya en algunos estados.
Michoacán, Jalisco, Tamaulipas, Estado de México. Querétaro.
No se puede exigir respeto a la ley mientras esa misma ley, que debería ser el muro de contención del Estado, es ignorada por los criminales que actúan con total impunidad. La legalidad no puede ser un límite para el gobierno si no lo es para quienes la violan todos los días.








